Siguiendo la idea de Bresson que dice “Provocar lo inesperado. Esperarlo”, utilizaremos las preguntas y la acción de desconocer como herramientas para habitar el presente de la escena.
Por qué insiste uno en preparar las cosas de antemano?”.
Lo decía Peter Brook. Si el teatro es en presente, si se trata cuerpos encarnando discursos o acciones frente a la mirada de otros, ¿por qué habría que dedicarse a recrear unas supuestas circunstancias previas?
¿Por qué no confiar en lo que el relato narre como consecuencia de la sucesión y acumulación de estas acciones y textos?
Si “un actor se prepara”, si llena su imaginario de datos, ¿qué lugar le queda en la escena a la realidad que allí está efectivamente sucediendo?
Prepararse, limita la experiencia a lo ya conocido. Con los datos que tengo, imagino un presente condicionado por determinadas circunstancias que a la vez definirán el horizonte de lo posible.
Siguiendo esta lógica, se va construyendo una realidad en paralelo que sofoca la realidad de la escena. Una realidad limitada por el imaginario de sus creadores que obtura la posibilidad de que la realidad de la escena toque los cuerpos.